viernes, 17 de julio de 2009

4. EL DESTAPE HACIA UNA VIDA POLÍTICA

Vivo al ritmo de mi país
y no puedo permanecer
al margen, quiero estar, quiero ser parte,
quiero presenciar,
caminar codo a codo con él,
quiero oírlo cada vez más,
acunarlo, llevarlo como medalla troquelado en mi pecho
Elena Poniatowska

Sus ideas políticas van más allá de cualquier partido o bandera ideológica, de cualquier color, su máxima es la lucha por la igualdad.
La responsabilidad de “no saber decir que no”
El domingo 3 de abril de 2005, Andrés Manuel López Obrador, a quien apenas conocía y eso por los periódicos, llegó a casa de la escritora a pedirle que colaborara junto con él en la lucha contra el desafuero –una burda maniobra para impedir que contendiera en las elecciones de 2006, opina Poniatowska–.
“Sus escasas visitas hicieron que gente que en la vida había visto tocara a mi puerta y exigiera: Dígale que le dé una casa a mi hijo, Pídale que busque al desobligado de mi marido.
La periodista admite que apoyó a AMLO porque él así se lo pidió: “Tengo un defecto, una enfermedad, me cuesta mucho trabajo, ¡no puedo decir que no!, siempre temo ofender a alguien si le digo que no.
Blanco de ataques y amenazas
Los mil rostros de Poniatowska nos llevan a seguir sus pasos y su incursión en la política de izquierda que la ha hecho blanco de algunos que la señalan y creen que su imagen se derrumba, aunque otros piensan que no pierde su lugar como escritora reconocida en el país.

Durante los meses previos a las elecciones presidenciales de 2006, apoyó en anuncios publicitarios al candidato de la Coalición por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Grabó cápsulas informativas que se transmitieron por radio y televisión donde advierte que son puras mentiras que López Obrador tenga relación con el presidente venezolano Hugo Chávez y que los segundos pisos en vías rápidas del no calumnien, juguemos limpio, fue el mensaje de Poniatowska.

El partido Acción Nacional respondió a esos spots con otro que reproducía aquel mensaje de la escritora. Pero mientras se le escuchaba hablar de las pensiones y de los segundos pisos, se veían las conocidas escenas de René Bejarano y Gustavo Ponce, ex secretario particular y ex tesorero del gobierno de López Obrador, respectivamente, “embolsándose los dólares” y jugando en las Vegas. A quién quieren engañar preguntaba una voz en off que recalcaba: López Obrador es un peligro para México.

Esta última decisión de apoyar al entonces candidato a la presidencia de la República de la Coalición por el Bien de Todos, AMLO, generó controversia en torno a su figura y la hizo víctima de amenazas y ataques verbales.

Asegura que no temió por su integridad física cuando fue blanco de dichas agresiones porque nunca le pegaron. “Nadie me agarró a cachetadas, pero sí me daban tristeza todo los insultos, porque eran en la noche, a las dos o tres de la mañana.

“Uno se despierta con mucho miedo, yo nunca desconecto mi teléfono porque tengo tres hijos y siempre pienso que me pueden necesitar. Me llamaban y me decían: Escritora venme a poner una dedicatoria en mi verga, pinche puta vieja vamos a ir por ti, te vamos a matar puta. Después de escuchar todo eso y más, me costaba mucho trabajo volver a dormir”.

Pero Elenita siempre ha sido una mujer fuerte, basta con recordar las miles de ocasiones que la amenazaron por teléfono después de su libro La noche de Tlatelolco, y no sólo eso, sino que fue vigilada por unos agentes que se estacionaron día y noche frente a su casa, para ver quien entraba y salía.
Y ella con esa ingenuidad que le caracteriza, salía y les llevaba café.

Pero la guerra sucia desatada por parte del Partido Acción Nacional, quien a través de su líder, Manuel Espino, hizo una declaración que provocó mayor indignación en una larga lista de intelectuales.

Textualmente tomado del periódico La Jornada, 11 de abril de 2006 “Esa pobre señora, me da pena, pues empeñó su prestigio en una causa que no vale”. Además presumió ser el responsable directo de esta campaña mediática y cuando la periodista Claudia Herrera Beltrán, del citado periódico, inquirió a Espino alertándole que había varios intelectuales que calificaban de atrocidad el spot del PAN contra Elena y que era una muestra de cómo Acción Nacional desprecia a la inteligencia de este país, obviamente se salió por la tangente, dando la respuesta más estúpida: ¡No sé qué tipo de intelectuales sean!

Elena Poniatowska, que se encontraba en Mérida disfrutando de un descanso de Semana Santa respondió al día siguiente a Manuel Espino, presidente del PAN: “Es un pobre lacayo del poder, y lo que ha hecho a lo largo de su vida es lambisconear a los poderosos. Está más para que lo pobreteen a él que a mí”, pues manifestó que el dirigente panista no tiene ninguna calidad moral y agregó que “apoyar a un candidato siempre es un compromiso y uno se la juega”.

Ese mismo día la respuesta de los intelectuales no se hizo esperar.
Por su parte el periodista Raúl Durán Cárdenas piensa que la literata tiene todo el derecho para participar en la política. “Ella fue siempre de izquierda, no es que haya rechazado la derecha. Entonces es lógico que desemboque en una corriente gubernamental afín a su ideología.
“En este medio el canibalismo es muy feroz, basta y sobra que alguien asome la cabeza para que se la devoren. Elenita está en todo su derecho de escribir, de hacer y decir todo lo que quiera, pero hay gente a la que no les agrada y son los que ahora están incrustados en el poder, les duele ver que una figura de la magnitud de Elena Poniatowska esté del otro bando, lógicamente tienen que provenir ataques, censura y hasta agresiones en su contra. Ella sabe muy bien lo que hace, pues es una persona pensante, inteligente, con conocimiento y muchos contactos.
“Ella ya no necesita trascender más, a su edad ya ha pasado más allá del bien y del mal, ha dejado una constancia escrita de sus entrevistas, ha dejado sus libros, una trayectoria, una personalidad, ha incursionado en el periodismo, en la literatura, en la radio, en la televisión, Elenita ya llegó a los límites que tiene que llegar todo ser humano... ¿Trascender más… a dónde?”, recapitula Durán Cárdenas.

Por su parte la editora de la sección Distrito Federal del periódico El Universal, Martha Ramos comenta: “Elena Poniatowska no debería escribir artículos de política, por haberse pronunciado a favor del partido de izquierda, porque pierde la imparcialidad en sus trabajos periodísticos, y además su imagen ha venido a menos”.

Una princesa de izquierda
Gracias a su ascendencia y debido a sus propias inclinaciones de izquierda, sus conocidos europeos la bautizaron como La Princesse Rouge (la princesa roja).
Instalada en ese tono cromático, Elenita considera que los sectores más favorecidos de México están con Felipe Calderón y que ella siempre estará con los más pobres. “Me he ocupado de las causas que me conmueven porque me enriquecen mucho. ¡No digo que me guste ver sufrir a la gente!, sino que me conmueve el esfuerzo que hacen para salir adelante”.
Puntualiza que se viven tiempos raros con tres presidentes: uno que ya salió, pero sigue opinando, el otro que no habla y se queda quieto y un tercero, el que no fue reconocido por el Tribunal Electoral y que es el que hace las propuestas.
Dentro de este contexto era obligado preguntar a la periodista lo arriesgado de tener un país dividido. A lo que inmediatamente responde: “Es un riesgo que se debe correr porque somos 15 millones de votantes con un proyecto de nación distinto. Hay mucho antagonismo, está muy polarizado.







Periodismo, literatura y política: ¿combinación extrema?

Pocas cosas se pueden decir de Poniatowska que no se sepan ya. La escritora mexicana ha pasado de las crónicas sociales y las entrevistas, a los reportajes del México habitado por los que nada tienen, de los olvidados, de los marginados, de los que sufren.
De la creación literaria a través de los testimonios recogidos de boca de los pisoteados en su desgarradora obra La noche de Tlatelolco, y del primer Premio Nacional de Periodismo entregado a una mujer en este país. Pasó a las filas de la campaña política de Andrés Manuel López.
A ella no le interesa un puesto político, su vida son sus hijos, los libros y sus viajes.
–¿Qué le gusta más… la literatura, el periodismo o la política?
–A mí la política no me gusta, ¡pero sí participar! Me gusta más escribir literatura, pero mi oficio de periodista me ha puesto en la realidad, me ayuda a tener los pies sobre la tierra, pues a veces no los tengo. Leo un periódico con disciplina y me gusta hacer mi trabajo con disciplina. Para mí el periodismo ha sido mi escuela, porque en la escuela de monjas yo rezaba todo el día, me persignaba, me confesaba, era hija de María. Las enseñanzas realmente me las dio la gente.
A pesar de ser considerada la mejor entrevistadora de México y de ser una de las grandes escritoras de nuestros tiempos con una trascendencia internacional, se comporta como la persona más sencilla que en el mundo pueda existir.
Es una mujer transparente que permite que se vea la realidad de la manera que es, sin cortapisas.
“Una vez le dije a Juan Soriano, que era muy sabio, yo quisiera volver a vivir para hacer las cosas mejor. Me contestó –¡No seas!, todo lo volverías a hacer pero más mal, ¡peor!–.
“¡Así me consoló!”.

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